Ya no se aguantan nuestros reflejos tras el espejo,
se retuercen como un cuadro de Munch
o aquel retrato de Dorian Gray. Puro reproche.
Todas las habitaciones de este hotel son manuales de instrucciones
que no vamos a leer, no los necesitamos,
lo nuestro es la autodidáctica.
Miramos fijamente a las paredes desnudas como esperando
que se proyecten sobre ellas imágenes en technicolor
o una película de godard tal vez.
La caricias se vuelven delatoras de todas las palabras que callamos,
sin que podamos hacer nada por evitarlo, son leyes físicas.
Flaquean las piernas y los argumentos
al adivinarse el sol tras estas cortinas verdeazuladas
es una cuestión de apreciaciones, de matices
pero que cambian totalmente el curso de las cosas.
Creer en los milagros no sirve de nada, cariño,si ya no entiendes
a un domingo por la tarde o aquella foto movida
en la que no llegamos a salir ninguno de los dos.
A veces solo nos queda lo que nunca fuimos,
el vértigo de lo que no sucedió
una pierna, unos labios
una mueca en el lugar del corazón.
De Pat
domingo, 1 de febrero de 2009
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