Volvemos a casa, otra vez.
A salvo del frío de la ciudad,
a salvo de la escarcha, a salvo de ti.
La calefacción encendida,
el sudor resbalando por la frente
pero el corazón permanece helado,
tan helado que el mas leve roce
consigue reducirlo a añicos.
Y el suelo todavía por barrer.
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