domingo, 16 de mayo de 2010

[Descarrío]

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A veces no hay mas remedio que echar el resto. El resto de lo que sea, de lo que quede, de lo que tengas a mano. El resto de aliento, de vida, de tus sueños o, porqué no decirlo, el resto de cocaína. Dibujar un corazón de polvo blanco sobre la cartera e inspirar, inspirar, inspirar. Let it bleed, nena. Lo único que importa es no desfallecer. Que el cuentakilómetros siga dando vueltas (y mi cabeza también). El brillo en los ojos, ¡eso lo es todo!. Has de saber que unos ojos apagados solo encierran vacío, inercia, desidia, yermo, muerte. Si, muerte en vida, la peor de las muertes, porque es una muerte de la que eres consciente, una muerte que no acaba. Sucesión monocorde de rutinas que te va reblandeciendo el corazón, taladrando el cerebro, impidiendo que sientas cualquier otra cosa. Y si no eres capaz de sentir es que no estas vivo. Es por eso que es necesario arder incluso en días de pólvora mojada. Pero no pasa nada, nos ampara la ley de la luna. No vamos a poder re-tener nada de esto. Tampoco queremos. Nos basta con haberlo vivido. A este maldito corazón arrítmico que se me queja día si, día también, solo le vale la taquicardia para ponerse a funcionar. Que no caigan mis párpados, que no caiga el telón. Aunque haya que pedir días prestados porque el sol acabe robándote las noches. Lastima que ya solo seamos un cuento que se acaba. Apenas un par de paginas y nos habremos leído. Guardemos solo lo que nos quepa en la memoria, Te apuesto a que la vida cabría en un bolsillo.