martes, 17 de noviembre de 2009

[Postales desde el taller]

***



Una claridad de frágiles tonos violáceos nos anuncia el día que está a punto de comenzar, por mucho agua con whisky que sigas bebiendo. Por muchas persianas que te empeñes en bajar. Las lágrimas siempre saben a sal, siempre resbalan por las mejillas antes de precipitarse al vacío, antes de dar el salto mortal. Esa índiga claridad anuncia lo inevitable, el suceso irremediable, a no ser que el mundo acabe. Pero el mundo nunca acaba, es así de cruel. Siempre nos aguarda con los parpados abiertos y unas tostadas calientes para des-ayunar. Y bueno, algún que otro canto más con que darse en los dientes. Como una mentira repleta de piedad. Los comienzos nunca son fáciles y comenzar de nuevo cada día no mejora las cosas. re-hacerse, re-inventarse, re-ciclarse. Revivirse. Menos mal que siempre nos queda la noche, que día si, día no; nos arrastra hacia esos rincones repletos de palabras, somnolencia y signos de puntuación.

sábado, 19 de septiembre de 2009


***

Cuando el destino,
pausado pero constante,
como el silencio de una nana,

nos alcance,

ya estaré lo bastante lejos.
Nos habremos desperdiciado, si.
Vestiremos ausencias
para disimular vacíos.

Aquella esperanza humilde,
que cantaba Gardel,

se habrá vuelto humo.
Y ni siquiera me quedará

el consuelo de tener

recuerdos para poder soñarte.
Pues, me los habré jugado
todos

al rojo y negro.

sábado, 4 de julio de 2009

[Medio cobre o un centavo]

La noche es siempre una vía de escape
y aún así nos quedan demasiados pecados
que amontonar. Tienes una colección de lunas rotas
en la mirada y una huida empeñada en quedarse
en el corazón. Hay arañazos que son pura poesía
pero pocos poemas que me rasguen ahora la piel.
Las promesas siempre acaban por caducar:
mejor dejamos de mentir y pasamos a la acción.
Puede que amanezcamos tirados en una cuneta,
puede que juntemos los nudos de garganta
con los del estomago o que salten los fusibles, que se yo!
Pero es demasiado tarde para dar marcha atrás,
nuestras manos hace tiempo que están manchadas
con el oro negro que destilan las nubes, con ese olor
a engrudo de las confesiones. “Café y cigarrillos”
siempre fue un buen remedio cuando a la desidia
o a la ansiedad de vida les daba por aparecer
pero ahora no es suficiente
y sabes lo que tienes que hacer.

La noche es siempre una vía de escape…


Y sin embargo no es una salida.

jueves, 18 de junio de 2009

[Suela por gastar]

***

La certeza juega a ser una mentira
que dibuja suaves lineas sobre la piel,
el olor de una coincidencia
que acaba por llevarnos tras de sí.

No sacamos nada de aquel acierto.

Y es que al final va a ser verdad
que solo aprendemos de los errores.

Elegimos el camino mas difícil,
siempre a las malas.
Pero ¿acaso la testarudez
no fue siempre una gran virtud?

Las sonrisas que destilamos
cuando a la vida le da
por hacernos cosquillas
sirven igual para un roto
que para un descosido,
eso lo sabes bien.

Y sin embargo, no podemos
correr mas rápido
y deteniéndonos ahora
quizás consigamos dejar atrás
unos cuantos labios
y alguna que otra cicatriz.


Mañana será otro día
y yo ya empiezo a sospechar de las noches,
que a fin de cuentas,
no son mas que cortinas de humo.



Humo que siempre nos apresuramos en atesorar

[Moonriver]

Anochece de nuevo y prometemos ser certeros, como un disparo. Planeamos, calculamos, tramamos y urdimos. Pero al final nos puede el corazón. Las caricias hace tiempo que no son mas que alambre de espino. Oímos el ladrido lejano de un perro pastor y una dócil brisa nos recorre la nuca. Hay palabras que cambian con la boca de quien las pronuncia pero a ti solo se te ocurre pestañear. Conversaciones absurdas en el asiento de atrás de un 206. Se escapó el globo de helio que te compré en aquella plaza de Oporto, era bonito verlo alejarse, la silueta recortada a contra luz. Cada vez más pequeño, subía y subía. Hasta que lo perdimos de vista. También perdimos trenes, llaves y recuerdos. Nos perdimos a nosotros mismos. Aunque tal vez solo fuese una táctica de evasión, una maniobra desesperada. Después de todo no nos alcanzó para querernos; si cabe, para un par de remiendos. Era irreme(n)diable. De tus ojos salía un "Ne me quitte pas" en forma de lágrimas que se derramaba por las mejillas y hacía escala en la comisura de tus labios pero ya no había nada que hacer.


Se nos rompió la luna en pedazos.

miércoles, 20 de mayo de 2009

[A verlas venir]

***



Cae la tarde encogida,
casi en posición fetal.
Los perros juegan en el agua
de un finísimo riachuelo
que las últimas lluvias
apresuraron a formar
y los vencejos vuelan
cada vez mas y mas alto.

Las aceras hace ya rato
que pasaron de largo
y pienso que me hubiera gustado
ser uno de aquellos perros.
Pero nunca se me dió
demasiado bien
eso de ladrar. Que infortunio!

Es rara esta rara sensación
de sentarse a esperar
cuando no queda nada por hacer,
sentir esta brisa en el pecho
y pensar que algun día
pudo haber sido un vendaval.

Las conversaciones en idiomas
que no son el mío
atraviesan mi cabeza
convirtiéndola en un babel
de cables y antenas.

Y sin embargo puedo entenderlos.
Al igual que a la hierba,
que ha comenzado
a cubrirlo todo
con su verde manto,
convirtiendo el yermo paisaje
en un lienzo mas bien glauco.

La luz, que todavía deja verse,
ya no alcanza
a calentar los cuerpos,
y vemos como los abrigos
se apresuran en cubrir
la estampa de los transeuntes
mientras dos viejos
hacen apuestas
sobre si finalmente romperá
a llover en este cielo
cada vez mas extenuado.

domingo, 8 de marzo de 2009

[A dos cuadras]

Te despiertas una mañana y compruebas que ha vuelto a suceder. Colchones que amanecen fríos, huecos, con los pliegues de una manta tapizando el lugar que ocuparon la noche anterior unos labios, unas nalgas o una vida, ahora ya no lo sabes muy bien. Miras fijamente el pucho, que todavía humea y resplandece en una esquina del cenicero, y te das cuenta de que va siendo hora. Tienes la conciencia aún por vaciar pero has aprendido a hacer lo correcto, en este mundo de hormigón no queda espacio sino para lo yermo, lo baldío. Para aceras interminables y versos quebrados por el amanecer.
El amor, la eterna esperanza a la que vivimos abandonados, es una palabra inabarcable pero que ahora se estila reducida a un puñado de sentimientos precocinados. De la “eterna gran cuestión” ha pasado a ser tan solo un asunto pendiente. Un mísero punto en una lista de la compra. Así que no te queda mas remedio que abrir el frigorífico y sacar uno de esos corazones que compraste ayer en la sección de congelados del supermercado. 15 minutos en el microondas, et voilá. Tu corazón de sábado por la noche está listo. Después de todo has de estar dentro, necesitas entrar al trapo. Sentirte parte de algo, aunque eso no sea más que un truco de magia. Pura ilusión. Secuelas de un pecho asolado por el tiempo y los excesos, por unos labios que van dejando cicatrices con sabor a carmín. Ambos sabemos que aquel mundo de ventanas abiertas y nubes de importación que tanto anhelaste se hizo añicos en tu retina, tan solo conservas un puñado de lluvia en los zapatos y 20 cajas de caramelos extraviadas en el corazón (el de verdad, ese que escondes tras el espejo). Y es que ahora cualquiera puede encontrarte deslizándote en mitad de la noche, cambiando recuerdos por un poco de calor.

domingo, 1 de febrero de 2009

[Dársena 32]

Ya no se aguantan nuestros reflejos tras el espejo,
se retuercen como un cuadro de Munch
o aquel retrato de Dorian Gray. Puro reproche.
Todas las habitaciones de este hotel son manuales de instrucciones
que no vamos a leer, no los necesitamos,
lo nuestro es la autodidáctica.
Miramos fijamente a las paredes desnudas como esperando
que se proyecten sobre ellas imágenes en technicolor
o una película de godard tal vez.
La caricias se vuelven delatoras de todas las palabras que callamos,
sin que podamos hacer nada por evitarlo, son leyes físicas.
Flaquean las piernas y los argumentos
al adivinarse el sol tras estas cortinas verdeazuladas
es una cuestión de apreciaciones, de matices
pero que cambian totalmente el curso de las cosas.
Creer en los milagros no sirve de nada, cariño,si ya no entiendes
a un domingo por la tarde o aquella foto movida
en la que no llegamos a salir ninguno de los dos.

A veces solo nos queda lo que nunca fuimos,
el vértigo de lo que no sucedió
una pierna, unos labios
una mueca en el lugar del corazón.


De Pat

domingo, 4 de enero de 2009

[Veni, vidi, vici]

Humo, poker descubierto y fraseos de jazz. Freddie Hubbard a la trompeta. Buscamos algún gesto, seña u olor. El olor del miedo. Buscamos en todos los ojos algún atisbo de debilidad, subir la apuesta. Cualquier indicio que nos permita descubrir un farol o unas espaldas bien cubiertas. Observamos los silencios, pronostico reservado. Jugamos a ser agoreros pero acabamos disparando sin mirar. La ansiedad empieza a recorrer tu frente, no puedes permitirte el lujo de perder lo que no tienes y eso es precisamente lo que has hecho durante toda la noche. Ahora llevas los dos monos y nada de eso importa, no hay quien te huela. Pero hay que ser prudente o nadie pondrá su dinero sobre el tapete, jugar al despiste. Sabía que estos tirantes acabarían por traerme suerte. Lo veo y subo a la apuesta máxima, cartas sobre la mesa. Suena "Scrapple From the Apple" de charlie Parker y ahora todo lo mío vuelve a ser mío. Y lo tuyo también. Va siendo hora de acabar la partida. Yo, que nunca quise jugar por dinero, no encuentro en mis bolsillos más que sucios billetes manchados de alcohol y vicio, ¡oh! dulce vicio. Debes saber que con un sueldo de poeta no se llega a fin de mes. Pido una cerveza y pago con un billete que no es billete sino invitación y numero de teléfono para la camarera. Hay que permitirse una última jugada y arañar un par de versos a la madrugada. Robar un poco de calor y morder un pedazo de vida. Acabar el juego bailando con el amanecer.